Dream as if you´ll live forever. Live as if you´ll die today.

viernes, 7 de diciembre de 2012

21:30. 30 de Noviembre, 2012.



Unos pies de puntillas.
Una nuca de ilusiones.
Mis dedos mojados.
Mi boca sedienta.
Un paseo entre nosotros.
Unos labios en mi frente.
Una sábana empapada de sudores.
Un no te vayas.
Un no puede ser cierto.
Un sueño.
Tus mejillas rojas.
Mis lágrimas despidiéndose.
Un susto. Un vaso roto.
Dos corazones y su rencuentro.
Cuatro manos. Cuarenta dedos juntos.
Dos cuerpos en uno.
Una mirada infinita.
Un “bésame”.
Un año contigo.
Una semana sin ti.
Un no se puede contabilizar todo.
Un no tengo palabras, ¡gracias!

Llueve como nunca ha llovido. 

lunes, 26 de noviembre de 2012

Entorno a ti











Mis labios preguntan por ti. Preguntaron por ti justo en el momento en el que se despegaron de los tuyos. Mi piel me abriga y sigo teniendo frío. Ella también pregunta por ti…


Miraba en todas las direcciones, mis nervios marcaban el ritmo de mis latidos. Mis ojos llenos de optimismo, de esperanza y sobre todo de ilusión miraban cada rincón esperando encontrar otros ojos con los que pasarse la vida entera mirándose. Apareciste. Llenaste este vacío que había en mi después de ese banco y esos últimos deseos de verano. Llenaste este vacío que me tapaba el otoño madrileño al irme a dormir todas las noches. Sabes, 62 días son demasiados días y mi corazón le costó seguir bombeando durante tanto tiempo. Y ahí estaba, tras esas lágrimas que cayeron en el sur, se divagaron y volaron al norte en busca de alguien que las retirase de mi rostro. Un metro ochenta aproximadamente, barba de tres días o quizás más, con una gorra echada hacia atrás y una sonrisa de oreja a oreja fue todo. Todo lo que necesité. Y lo que sigo necesitando aquí, tan lejos, desde este edredón invernal… Magia. Eso es lo que pude palpar con la yema de los dedos. Cada paso que daba cuando paseaba por Las Ramblas, cada mirada perdida en el horizonte divisando a lo lejos Las Islas Baleares. Cada caricia que mi piel recibía. Una habitación de deseos, de calor. Fundirse en uno. Sentir tu cuerpo yaciendo sobre mis pechos. Pude comprobar que podría alimentarme de tus besos para seguir viviendo. Soñé y soñé y no dejé ni un instante de soñar. No podía despegarme de ti. Mi corazón se veía incapaz de volver a lo mismo. No quería despertar de este sueño. Por favor, otra vez no. No me dejes marchar…. Lágrimas cayendo, “Chasing cars”, y mi mundo se caía por el precipicio de aquel autobús. Y así pasó. Era magia que vino y se fue. Pero sé que volverá a venir. Y sé que volverá a irse. Esa es su función. Ir y venir. Y no dejará de hacerlo. No podría vivir sin esa magia que hace un año y casi tres meses inunda mi vida. No podría. No puedo cariño…


Te contaré algo… soy incapaz de dejar de pensar en ti. De verdad. He podido ser consciente de ello. Puede que durante una hora en mi vida diaria (y puede que una hora sea demasiado) tú no vienes a mi mente. Pero eso ya para mí es un récord. En una hora me pueden pasar muchas cosas y todo lo que ocurre inconscientemente se relaciona contigo. ¿Esto es el amor? Todo lo abarcas tú. Y me gusta. No te imaginas cuánto. Es una forma de sentirte cerca por muy lejos que estés. También duele, el idealizarte me pesa, es como esa estaca que llevo a veces. Pero también es bonito, es precioso. Y aunque no haya sido consciente hasta ahora sé que mi vida gira entorno a ti. Y puede que tal vez tú seas eso. Mi-vi-da…


jueves, 8 de noviembre de 2012

Tú en mí



Ojalá pudiera tenerte aquí.
Ojalá vieras mis mejillas mojadas.
Tengo miedo. Ojalá no fuera una miedica.
Te echo de menos.
Cierro los ojos e imagino tus besos, tu cuerpo, tu piel.
Echo de menos tus miradas, tu risa, tus manos.
Ojalá pudiera sacarme un poco de magia de los bolsillos
cuando se llenan al ir en tu búsqueda.
Preferiría correr ese riesgo y que tú seas “casa”.
Echo de menos el mundo que no podemos tener.
Echo de menos los días entre semana,
las pelis que no hemos visto, los paseos que no hemos dado, los noches mágicas…
Echo de menos los polvos que no podemos echar.
Ojalá pudiese dejar de echar todo tanto de menos.
Ojalá se hiciese ese sueño realidad.
Eso querría decir que he sido valiente de asumir el riesgo
de tirar de mis bolsillos un poco de magia.
Porque serías “casa”.
Mi aire, mi espacio, mi máxima plenitud, mi yo verdadero.
Tengo miedo.
Miedo de que ocurra lo indeseable.
No acepto. No quiero. Simplemente no puedo.
Tú en mí. Pero yo sin ti. Mi vida sin ti.
No puedo.
No me sueltes por favor. Dejaré de tener miedo.
Volaré en tus sábanas y correré mundos, fronteras o lo imposible,
me da igual.
Lo único que quiero es no soltar tu mano.
Y besarte y tropezarme por la calle si es necesario.
Da igual todo.
Ese todo que no es nada.

Ya que el verdadero todo lo abarcas tú.
De principio a fin.




jueves, 18 de octubre de 2012

Ciudad de mi alma.


Derramo lágrimas de amor al sentarme al escribir sobre vos. Duermes los sueños que tenemos por vivir. Y los plasmo en un papel. Siento que la vida va deprisa y que no pide paso la soledad ni el olvido en este colchón. Mi paso eres tú. Conseguiste de mí sacar al vuelo una sonrisa desconocedora de mi misma. Me hiciste mujer en tus brazos junto a esa arena una noche de Agosto. Me hundiste bajo el agua para probar mis labios mojados. Me perdí en estas calles de esta cuidad imaginando que estarías en cada esquina. Anduve sola y acompañada de mis pensamientos. Pestañeé y sonreí en los trayectos del desfortunio. Me atemoricé y me faltó oxígeno cada vez que mi sonrisa se transformaba de preocupaciones. Suplicando no perder mi valor más querido. Pensando en no soportar, en no permitir, en no verme capaz de continuar una vida sin este cachito de mí que eres tú. Sentí miedo cuando tus ciber-ojos parecían haber tomado distancia. Sentí lo malo en un día malo junto con un pasado y futuro bueno, algo inevitable. Y ahora amor, sé que crecemos, que entendemos nuestros pros, nuestros contras, que volamos en nubes donde a veces nos volcamos, pero sé que pronto retomamos el viaje. Amor, ahora sé que nos prometimos sentir y dejar a los filósofos eso de pensar, y transformarnos en uno cada vez que tu aliento se acercase a mis suspiros. Ahora sé que no imagino tu encuentro por esta ciudad. Amor, será aquí y ahora; grados centígrados que calienten el vacío que nos dejamos y que llenamos cuando no hay seiscientos kilómetros. Y finalmente amor, será entonces cuando mi mente no imaginará posibles porque te tendré en esta ciudad de mi alma. Llamada nosotros.


miércoles, 10 de octubre de 2012

Esa nada, será todo


Pierdo el sentido, pierdo a mi musa. La que acompaña a mis pies para salir de mi cama y enfrentarme a un nuevo día. Los otoños rápidos que se llevan por delante el calor de tu recuerdo. No puedo ni quiero soportar tal blasfemia. El frío no cesa en mi mente y aturulla mi alma con puñales. Pierdo las ganas y compro todo el miedo a los demás. Y a cambio regalo o me dejo olvidado a mi propio ser. Masoquismo en estado puro. Voy, vengo, vuelvo y me dejo llevar a ningún lugar dónde nadie me importa. Ningún lugar, ningún nada. No hay nada. Solo tengo a mi mente, que piensa en ti. Que eres un todo donde no puedo reencontrarte. Que mi mente piensa por mí sin yo apenas permitirlo. Dolor del que quiero salir, constantes ruedas que se acercan a un abismo. Me ahoga pensar el qué ocurrirá. Me ahogo de mis pensamientos generados con estas manos. Manos que me apuñalo inconscientemente. Porque es eso. No puedo controlarlo, no puedo apoderarme de mi mente y decirme “basta, se acabó, deja de apedrearte”. Quiero pensar y quiero que al pensar en lo que pienso me lo crea con la verdad más absoluta. No dudar. Ni de ti, por mí. Ni de mi misma. Solo quiero encontrar las piezas que perdí sin darme cuenta. Y que por favor seas tú quién me ayudes a encontrarlas. Y finalmente me reponga con tus besos. Entonces esa nada, será todo. Y entonces, aseguro no soltar tu mano cuando alguna fuerza extraña me lleve a la duda. 


sábado, 8 de septiembre de 2012

Momentos



Un beso. Dos. Tres. Cuatro. Un millón. Mil millones. Infinitos. Un abrazo. Mejor infinitos abrazos. Miradas. Miradas apasionadas. Miradas en(amor)adas. Miradas alcohólicas. Miradas enlagrimadas. El deseo de tu piel. El deseo de ti. Tu voz. Tu voz la oigo. Tu voz ya no la oigo. Tu voz me cuesta recordarla. Tus andares. Andares indescriptibles. Me vuelven loca. La playa. De día, de noche, amaneciendo. Arena en nuestros cuerpos. Piscinas. San Juan. Madrid un puente de Mayo. Granada en Julio. Un sofá cama. Una cama de noventa. Una cama de hotel. Miradores. Círculo de Bellas Artes. San Nicolás. El paseo que alegramos. El césped del Retiro. Ocho meses sin ti. Veinte días de agosto contigo. Dos casas. Puerta 108. Puerta número 3, ¿la recordarás? Sí, me acuerdo. Tostadas con mantequilla. Te debo un bizcocho. Me debes ver Amélie. Toalla blanca. Cama perfecta. Dos cuerpos. Cines de verano. Super Ocho. Intocable. Manos que se rozan. Manos que se tocan. Futuro. Barcelona. Madrid. Ilusión. Planes. Viajes. Verano dos mil trece. Presente. Pensarte. Quererte. Soñarte. Recordarte. Enviar besos a seiscientos kilómetros de distancia. Lágrimas. De emoción. De Rabia. De Tristeza. De Añoranza. 17 de agosto. Nerja, me acuerdo de verdad. Un año. Despedidas. Despedidas en autobuses. Despedidas en bancos. Despedidas en la playa. Sipollos. Yeschicken. Me ha costado pillarlo a la primera. La última noche. Las estrellas. La carta. Los seres únicos. Las lágrimas sin salir. Luego salieron en aquel banco. Tu risa. Los besos. Los abrazos. Las miradas. Los te quiero. Esta noche cuento. Son trece días sin ti. Descansa. Sueña. Buenas noches. Bonna nit. Te mando besos. Cógelos. Tu mano izquierda. Tu pie derecho. Ten cuidado. Bucear. Neoprenos. Chupetón entre comillas. Aguadillas de agua. Calentones. Baño público. Playa. Piscina de noche. El día cuatro, recuerda. Día dos, buenas noticias. Te he echado de menos. Yo te esperaré. Puedo. LN Granada. She´s the one. Tu felicidad es la mía. Agradecerte. Preocuparte. Quererte. Y querernos. Pensarnos. Luego, vernos. Y, disfrutarnos.
Gracias, D.




jueves, 5 de julio de 2012

Ningún centímetro que nos distancie


Te echo de menos. Te quiero a menos de un centímetro de mi cuerpo. Te necesito ver cuando mis ojos se despiertan y observarte mientras los tuyos siguen cerrados. Te extraño cuando solo tengo una almohada a la que abrazar. Te beso y te toco y te recorro el cuerpo con la yema de mis dedos. Te abrazo cuando siento tus manos en mi espalda después de tres meses sin olerte, ni verte. Te siento cerca cuando te pienso. Te sonrío atolondrada de las palabras que me haces leer en una pantalla. Te lloro en las estaciones de las despedidas y te dejo marchar sabiendo que no tendré a nadie con quién compartir mi paraguas. Te miro y remiro y vuelvo a mirarte y también a admirarte. Te contagio el calor que me das en las playas cuando nadie aparentemente nos ve y te beso hasta absorber todo el amor que queda por salir, aunque nunca sea finito. Te imagino todos los días, varias veces, muchas, infinitas. Te recuerdo a kilómetros y siento a la soledad que viene a relevar tu puesto. Pero a pesar de todo, yo, te espero. Y cuando ya no me quede el qué esperar, te beso sin ningún centímetro que nos distancie. 



jueves, 7 de junio de 2012

Tendiendo a infinito




Que nos lleven a mundos imaginarios que nosotros imaginemos.
Que nos creamos que somos los reyes de estas sábanas.
Que tú y yo. Que yo y tú.
Que nos juntemos y seamos una capa de múltiples formas donde ser uno.
Que me llenes del cariño que me faltan las noches que no te tengo a mi lado.
Que me contagies esa sonrisa que se te ilumina cuando abres los ojos,
ya que tus palabras se atragantan de sentimientos impronunciables.

Dame los besos que me faltan todas las noches,
que me faltan todos los días.
Son muchos.
Muchísimos más de los que te puedas imaginar.
Infinitos.

Últimamente mis paseos sobre mis recuerdos tienden a infinito.
Déjame abrazarte infinitamente.
Y comerte a besos. 
Infinitamente.
Y recorrer mi boca sobre tu cuerpo.
Y no dejar de hacerlo.
Que la luna nos mire con dobles sentidos.
Que las olas acompasen los latidos.
Infinitos latidos, acelerados por el tiempo que nos queda.
Convertidos en uno.

Y que tres ciudades se junten.
Y que dos cuerpos se unan.
Y que todo se funda. 
Y que desde ese momento, yo tienda a infinito.





miércoles, 23 de mayo de 2012

Hasta pronto



 Todas las noches vienes a mi mente. A mis recuerdos. Tú y tu forma de ser os tengo grabadas en lo más profundo. Mis lágrimas caen. Pero no caen en balde, ni de cualquier forma. Aunque el llanto que me produzca recordarte es triste, también es un llanto esperanzador. Cada vez intento comprenderte más. Sentirte más cerca. Intento llegar a ti, donde quiera que estés. Cada noche recuerdo la cara de él, aquel silencio mutuo en que descubrí que ya dejaba de ser pequeña. Ese día empecé a madurar. Él me dio todas las explicaciones posibles y quieras que no, sus palabras empezaron a hondar en mí. Consiguió que me acercara más y más a ti. Sentía que estabas ahí, con nosotros. Como cuando cantamos con la guitarra. Los tres. Juntos.
Hoy no paro de acordarme la noche que decidiste irte para no volver. Es un recuerdo muy triste, lo sé. Pero hoy intento recordar lo más bonito. Yo era muy pequeña, una niña inocente que no entendía nada de la vida. Estábamos todos en casa y él se asomó a la terraza como una noche cualquiera. Y ahí estaba(s). Pasó delante de sus ojos, con temor, con miedo, con angustia. Pasó delante de sus ojos buscando libertad, tal vez otra salida. Pasó delante de sus ojos el cometa Halley. Y de repente, un flash. Un click. El cometa Halley eras tú. Fugaz. Veloz. Cargado de energía, esa que habías ido perdiendo con el paso del tiempo. Eras tú, que te despedías de tu alma gemela. Y te alejabas cada vez más y más, hasta que él no pudo divisar entre tantas estrellas aquel cometa que se había detenido para despedirse, que te habías detenido para despedirte. Ese si que sería el último “adiós”.

Sabes, no me gustan los adioses. Los odio. Son fríos, a veces hasta falsos. En cambio tú… sé que no dijiste adiós. Y lo sé porque te siento cerca. Me siento protegida. Y un adiós no hubiera hecho eso posible. Por eso, tengo la esperanza de que un día nos sentemos los tres y cantemos juntos y riamos y lloremos si hace falta. Así que te diré lo que nos dijiste hace quince años. “Hasta pronto”. 

lunes, 21 de mayo de 2012

Veni. Vidi. Vinci.


Asquerosos textos de palabras impronunciables que torpemente salen de bocas malditas y maldecidas. Soberbia cuando hace falta y carácter al otro extremo. Fíjate que no estamos hechos de la misma pasta. Cada uno a lo suyo, con lo suyo de uno mismo. Mientras, me pregunto qué carajo. Qué carajo hacen los asquerosos pies que se posan sobre mi nuca y me machacan hasta provocarme la ira incontenida que estaba contenida desde que un día me pregunté el por qué de todo esto. Estúpidos seres que pisan el freno sin poner un punto muerto, ni un marcha atrás, ni un a toda ostia. Joder, eso si que no lo aguanto. Pensar, pensar y pensar. Qué carajo. Maldito don que nos dieron a los humanos. Mentes calculadoras, iros a hacer puñetas. Como decía, mucha soberbia, (con muchas erres), allá a donde vayas. En todos lados, ignorancia de la que yo misma me hago partícipe. Indeterminación. Esa es la maldita palabra. Sin un acento ni una letra más, ni una menos. Somos pesos pesados que nos cuesta arrancar con problemas que creemos que debemos llamarlos así. Mira, pero mira de verdad y dime. Dime si de verdad eso son problemas. Creo que no has mirado bien. Mira más allá de lo que tus ojos puedan ver. Ahora ven y dime. ¿Nos falta algo, verdad? Verás, es que no sobran tantas cosas que no somos conscientes de que la humildad se fue de paseo y desgraciadamente nadie la ha echado de menos. No enfurezcas tanto, no te sientas tan mal, ni culpable, ni tan víctima. No trates de engañarte. Pero eso sí, no seas calculador, deja que tu mente funcione y no seas tan preguntón. Todo lo que se te pase por la cabeza no lo dejes caer, exprímelo. Lucha, pero con conocimiento. No creo que mucha gente mueva un dedo por ti. La gente no es así. Nadie se preocupa de verdad. Nadie viene y te salva de lo que crees que debes salvarte. Por eso digo, estate alerta. Déjate de tonterías y de calentar asientos. Eso no sirve de nada, simplemente es basura que de la que hay que deshacerse. Costará, pero tarde o temprano valdrá la pena. Ah, y eso que tienes ahí en la tripa es un ombligo, sí, cierto. Uno como otro cualquiera. Deja de mirártelo. Al final la gente te lo sabrá agradecer. Más pasión nos hace falta, ¿no crees? Arraigados al pasaje del tiempo. Tiempo que pasa por tus narices y ni te enteras. Espabila. Coge las malditas riendas, míralas, no imponen. Y ahora haz lo que quieras, hazlo con los pies bien plantados. Aquello que uno soñaba y que no quiso, pudo, o no sintió el valor de emprenderlo. ¿Si no es ahora, cuándo? Pero joder, no seas uno más. Uno más que vive su vida porque no le queda otro remedio. Porque es lo que le ha tocado. Vívela como si no hubiera un mañana, como si no contara el tiempo, como si los latidos se revolucionaran, como si metieras la séptima marcha. Tal vez así descubras de qué pasta estamos hechos. 

sábado, 5 de mayo de 2012

Mi sagitario


Perdona este tiempo.
Tiempo que es mejor olvidar.
Olvidar las grietas que se han ido haciendo.
Y que nos han hecho tanto daño.

Quiero sentirte cerca, recuperar el tiempo perdido.
Quiero quererte todos los días de mi vida.
Quiero llorar de alegría y no de tristeza.
Pero quiero hacerlo a tu lado.
Dejar distraído al rencor, Que se vaya de vacaciones.
Quiero ver impregnada en tu carita la alegría que a veces traigo a casa.
Y las veces que no ocurra me hagas reír como tú sólo sabes.
Que tu mirada se funda con la mía y no haya enfado en el camino.
Que nuestras palabras sean amables.
Que el cariño renazca y no tenga problemas en el parto.

Ven y abrázame de tus abrazos.
Déjame refugiarme en tu olor; creo haberlo olvidado.
Déjame sentirme pequeña con tus besos en mi frente.
Tu palpitar en mi tímpano, rebosando felicidad.
Juega, vuelve a la infancia y crea un cuento entre tú y yo.
Y como decía Ana Belén, ven y “mézclate conmigo”.

Quiero disfrutarte y coleccionar instantes.
Y escribir tantas veces sobre ti.

Perdóname. Sangre de mi sangre.
Volvamos a lo que fuimos; esa felicidad inocente.
Mi sagitario, acuérdate de las tres haches.
Y acuérdate de que te necesito.
Con toda “tu”alma.
La mía.

martes, 1 de mayo de 2012

Soñar despierto


Contorno de pieles aquejadas en este murmullo que nos hace pasar la vida. Contorno de circunstancias que circulan durante los días que vinieron a salvar a las palabras. El contorno de su boca. De los besos que se multiplicaron durante décimas de segundo. El contorno del instante que crearon cuando se creyeron ser los héroes del universo. Todo en aquel instante. Él, que tuvo el poder de sus sensaciones, erizando su bello, pensando en ser más justo consigo mismo. Ella, que supo distinguir los días en los que abrazar no fuera en cierto modo algo complicado. Dibujando siluetas sin pensar. Dibujando las veces que se dijeron al oído que todo estaba bien. Fueron aquellos días en los que una pequeña mujer se hizo grande al respirar del mismo aire que su compañero de viaje. Fueron aquellos días en los que Madrid vino a salvar a la distancia. Y el cielo bajó a mojar rostros de finita ilusión. Finita porque sería arrebatada en una estación. El adiós, el abrazo y el beso cargados de infinita impotencia. Así fue como el contorno de esos días en los que fueron amantes se contrajo al tener que perder el aliento en un último beso. Aunque afortunadamente aquellos amantes tendrían la certeza de que les esperaba un mundo de recorrido y de contornos que dibujar. De espaldas que suplir. De manos contra manos. De sudor y calor yaciendo entre los rayos que entrarían por esa ventana. Y así fue como la naturaleza hizo su trabajo al no poner a la certeza y a la duda como compañeras de este guión.  Tan sencillo que no sería necesario escribirlo ni expresarlo, no habría tiempo de sucumbir las leyes del conformismo. Soñarían despiertos y serían únicamente ellos los que tendrían el poder en sus palabras para contar su historia. La historia de dos amantes que se prometieron soñar despiertos por algún tiempo.

jueves, 19 de abril de 2012

Los recuerdos del baúl


Mis cicatrices no se curaron
y vinieron a joderme en el mejor momento.
Sangré todo lo que me faltaba
y no tardé en decírtelo con palabras.
Palabras que ni yo quería pronunciar.
Palabras que me hacían daño.
Palabras que te hacían daño.
Las sábanas habían perdido su fragancia.
Y yo hacía tiempo que no olía tu olor.
No quise acostumbrarme.
Y como un perro olisqueé por las esquinas,
pero nunca llegué a encontrarte.
Me trataste como la mierda que se almacena en los cajones del rencor.
Y yo te quise como si la ceguera también hubiera acabado
con mi sentido común.
Perdí todo lo que tenía. Mi ser.
Y hoy, que rebusco entre mis pérdidas,
me doy cuenta que el daño que ando buscando por esas esquinas
lo tengo acostado en mi cama y todavía no he sido capaz de echarle.
De echarle a patadas. Como un perro.
Por una vez quiero jugar a ser tan cabrona como tú fuiste.