Dream as if you´ll live forever. Live as if you´ll die today.

domingo, 30 de octubre de 2011

Sin rencor.

Tu sonrisa es lo más parecido que voy a poder encontrar en esta guía de teléfonos.
Me asusta el qué dirán. Pero más me asusta qué pensarás tú.
Mi agenda ya no marca los días que no te vi.
Ha empezado a subrayar todos los días que quise y no me atreví a verte.
Casualmente se me ha gastado el subrayador.
Mi buzón se ha vuelto gris. Harta de las cartas del gas o de telefónica.
Antes tenía colores vivos. Tus cartas daban color.
El color que hice pedazos y tiré a la basura la misma tarde de domingo cuando
Mis pies se han vuelto viejos. Tienen dificultad para desplazarse. Ahora arrastran mi cuerpo con una gravedad inestable.
Antes andaban por sí solos cada mañana que me levantaba cinco minutos antes para traerte el desayuno a la cama.
Y ahora que me he ofendido por mi propia conducta, miro la guía de teléfonos para llamar a la persona que algún día me equivoqué en pensar que eras.
O esta guía es demasiado pequeña o no sé encontrar a la persona que ando buscando.
Cuando me siento en la mesa a cenar no puedo evitar mirar de reojo tu asiento. Y no estás.
Ceno sola. Como sola. Desayuno sola. Paseo sola. Duermo sola. Veo la tele sola. Me ducho sola.
Pero llorar… eso no. Mejor te llamo y te obligo a que me oigas llorar.
Lloro las lágrimas que no quisieron salir cuando desapareciste con tus cosas aquella tarde de domingo y ni te atreviste a mirarme a los ojos y decirme un por qué.
Pero que quede una cosa clara entre los dos: cariño, todo esto es sin rencor.





jueves, 27 de octubre de 2011

Positivismo

Hoy dejo caer a la soledad. Mis abrigos los he sacado a ventilar el invierno pasado. Las lágrimas que se tradujeron en suspiros ininterrumpidos cuando tu voz faltaba a la hora de la siesta. ¿Y si en la calle no se encuentran las mismas cosas? Los mismos árboles, la misma contaminación, los mismos bancos, las mismas paradas de autobús. Las mismas personas. Hoy ya no busco lo que me olvidé en la calle. Y si me preguntas, ¿qué es lo que nos faltó? Tampoco sabré que responderte. Hoy ya me he perdido de respuestas que quise responder al viento cuando me preguntaba qué tenía yo que no tuvieran otras personas, ¿por qué yo? Y tampoco supe responderme a mí misma con cierta objetividad. Los intrusos se colaron y se llevaron el calor que hacía cuando gritabas al aire las veces que quisiste cerrar la puerta para no volver. Los peatones ya no se equivocan al cruzar la calle de la amargura. Tienen suerte de que les visite la lluvia en el limpiaparabrisas de los coches. Mala suerte de que haya muertes que pisoteen alegrías que quedan por vivir. Mientras tanto, la noche avanza en esta leña que intenta luchar con el fuego que precisamente me abriga entre la penumbra. Mis pies siguen con frío. El calor que te llevaste la vez que te atreviste a cerrar la puerta y no volver. Bucean las palabras que sonaban en aquella melodía que tanto nos unió durante años… ¿cómo es posible que ahora careciera de sentido tal melodía?  Había arrasado con todo. Hoy, que trataba de traficar felicidad entre tantas caras tristes, te asomaste al vacío y quisiste llamar mi atención. Y no sé cómo, lo conseguiste. Las arrugas se han llevado consigo la tristeza que me producía fruncir el ceño y atropellarme con todo lo que tenía que lanzar al mar. Ahora, que ya arrojé todo lo que quise, me propongo que hoy empezaré a guardar cada detalle que crea justo y necesario y que no tenga sentido alguno olvidarlo. Hoy, empezará el día en que trate de traficar con esa felicidad que proponía enviarla por correo al desencuentro. Hoy tendré una nueva carta en el buzón. Y esta vez no será el gas, ni será telefónica. Bienvenida a las buenas noticias. 








P.D. te he echado de menos, no puedo vivir sin ti, mi querido Blog.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Las estaciones de tren sirven para leer.

Aprovecho esta tarde para releer el mejor libro que me hayan podido regalar. Dedico aquí algunos de los 137 poemas que contiene el libro. 


El verano


El verano es el culpable.


Desfilan por agosto cuerpos perfectos
como las obras de ingeniería,
pieles de verdad para tapar otras verdades:
que nosotros es ese lugar
donde no voy a encontrarte.


Por eso me atasco en las piernas de cualquier calle
en las cremalleras tristes de cualquier noche.
Una mano conduce sin frenos
por las autopistas del deseo,
la otra te busca a tientas
en los bolsillos del desencanto.


Quisiera decirte que todos los finales eres tú,
no escribir cien veces un mensaje antes de mandarlo
para acabar diciendo nada,
decirte que estoy cansado
de estrellar mi cuerpo contra tu ausencia
y que del maletero de mi vida
solo quedan cartas de amor sin entregar.


El problema no es que nada sirva.
Lo malo es que cada vez que desnudo un cuerpo
espero respuestas.


El verano es eso, una época en la que
me acostaría con muchas mujeres
pero seguiría queriendo a la misma.


Hay mujeres


Hay mujeres que me gustan para quererlas
otras me gustan para follar
y viajar a París por unas horas entre sus piernas
otras me gustan para hablar de sentimientos o de ropa
otras para verlas reír
otras para abrazarlas
otras para que me escuchen
otras para contarnos cosas grandes.


Pero tú, amor,
tú me gustas para todo.


Las cosas que me separaron de ti


Primero
y como motivo principal
fue nuestros corazones de fruta verde
incapaces de ser masticados.
El frío que hacía a tres manzanas de tu vida.
Mi alegría al compromiso, tu alegría a verte sola.
Mis ganas de saber qué películas
estaban en cartelera bajo otras faldas.
Encontrar sólo el recuerdo del recuerdo
del recuerdo de lo que andábamos buscando.
Lo mucho que nos parecíamos a las parejas
a las que no nos gustaría parecernos.
Nuestra forma de no encontrar la forma
de hacerlo de otra forma.
No querer que me recordaras como un cabrón
por haberte seguido sin amarte.
Pensar que ya solo podemos aspirar
a victorias minúsculas.
Nuestra forma de hacer del amor un deporte de riesgo.


Escribo estas líneas
porque nunca fui del todo justo
cuando te culpé de todo a ti.


Lo normal


Las cosas empezaron bien, nos vimos unos días. Cine mantas, risas, cervezas, maquillando el pasado para parecer más de lo que somos... vamos, lo normal. Así unos días hasta que uno de los dos pidió algo más. Ese fue el punto de ruptura para que el terreno que pisábamos comenzara a desnivelarse. Vinieron entonces los pretextos, los regates, los mensajes a deshora, las llamadas distanciadas en el tiempo... vamos, lo normal. Se empezó a cumplir esa extraña teoría de que el amor son vasos comunicantes donde uno quiere y otro se deja  querer. Al final, con el corazón sin presupuesto, tú te cansaste de perseguir, de no encontrar las llaves que abrían las puertas de mi alma y una buena tarde, después de unas semanas dándote excusas para no verte me enteré de que volabas en otro colchón. Con otro que no era yo y yo, que tantas veces te esquivé, comencé a quererte. Vamos, lo normal.


Fuera de cobertura


Yo no quiero caminar
en dirección contraria a la belleza
ni que en mi mesa se sirva el agua sucia del conformismo
ni quiero reclamarte el desescombro.
Yo no quiero devolverle su oficio a la impaciencia
ni ponerle sordina a los errores.
Yo no quiero quedarme colgado de un mañana ya veremos.
De nada sirve un boomerang que cae
a cuatro metros de tu cuerpo.
Yo no quiero volver a prestarme
a las elecciones de tu boca.
No me hace feliz el escaño de la incertidumbre.
No cuentes conmigo cuando se te pase por la cabeza
la idea de que lo importante
es sentir mucho en lugar de querer bien.
Yo no quiero eso.


Así que, por favor,
no vuelvas a llamarme.


Ojalá estuvieras aquí


Ojalá estuvieras aquí
con esa forma tuya de taparme la boca con un beso
cuando te digo algo que me incomoda.


Ojalá estuviera aquí
dejando trozos de nube por la sala de un museo,
mezclando los temas, dulce y caótica
como una chica de un libro de Cortazar.


Ojalá estuvieras aquí
rompiendo mi colección de desengaños
con tu mirada color carnaval
con ese cuerpo tan bonito que lo único
que le sobran son los botones,
dejando que te agarre la cintura con los ojos,
con tu risa facturando cada duda
convirtiendo mi vida en mirador.


Ojalá estuvieras aquí.


Y ojalá supiera a quién va dirigido este poema.


Anticipación


Dicen que el problema de este mundo es que no vivimos el presente, que siempre nos anticipamos a todo. Eso nos sucedió a ella y a mí. La noche en que la conocí no le dio tiempo a Cupido a disparar porque ya nos habíamos enamorado nada más vernos. Pocos días después nos acostamos por primera vez y a la mañana siguiente, mientras ella se duchaba en mi casa yo ya estaba mandándole un mensaje diciéndole como la echaba de menos, anticipándome de nuevo a la realidad. Durante el año y medio que compartimos constantemente pensamos cual sería el siguiente paso, de nuevo arañando en el futuro y, casi al final, una vez me pidió "algo de tiempo", no resistí y la llamé llorando como un niño antes de que ella lo hiciera. Esa llamada infantil también anticipó su decisión de dejarme porque no respeté su "algo de tiempo". Ahora sufro pensando que ella pronto volará sobre otra piel y ella también se anticipa pensando que no seré capaz de olvidarla. Pero se equivoca. Me anticipé y ya estoy bien.


Propuesta para reducir la ansiedad


¿Y si en lugar de querernos tanto
probamos a querernos bien?


Todo sigue igual


Esta calle es la misma de siempre,
este edificio es el mismo de siempre,
este apartamento es el mismo,
idéntica cocina, ningún cambio en el salón,
los mismos muebles de hace años,
ningún jarrón cambiado de sitio.
Mi habitación es la misma,
la cama sigue igual,
las sábanas tampoco son nuevas.
La almohada es la misma de siempre
y el colchón el mismo
y tú también sigues siendo
la misma mujer de la que me enamoré.
Pero yo no amor, yo ya no soy el mismo.


Marwan

viernes, 14 de octubre de 2011

La memoria de mis sábanas

Por las rendijas de mi persiana se avecina un nuevo día. Olor a café y a tostadas recién hechas al abrir la puerta de mi habitación. Peleo para seguir refugiada dentro de mis sueños. Que no se acaben.
Como los paseos que se daban mis abuelos por el parque los días que hacía frío. Infinitos.
Como la sonrisa que aguarda dentro de la boca de un padre al ver caminar por primera vez a su hijo. Infinita.
Como los besos que se dieron una noche dos extraños en una playa y luego se atrevieron a conocerse. Infinitos.
Soñar infinitamente y quedarme ahí. Que no comience un nuevo día. Y cuando ocurra me habré metido en la cama habiendo vivido el mejor día de mi vida. Querré que se quede protegido entre mis sábanas. Pero mientras llega, mi cama sigue siendo mi mejor compañera. Fiel a mí. Y yo fiel a ella. A veces me paro a pensar qué es lo que me da mi cama que no me dan otras cosas. Me llegan a la memoria historias como los sueños que hubiera querido tener. Infinitos.
Porque aunque una vez mi hermano se me tiró encima y quiso despertarme cantándome el cumpleaños feliz.
Porque aunque aquel pijama compartió conmigo mi primera pesadilla.
Porque aunque aquella mesilla guardara los pañuelos que iba a necesitar para llorar bajo esa manta.
Porque aunque me haya desvelado en medio de la noche y haya imaginado seres imposibles dibujados en la pared de mi cuarto.
Porque aunque aquel hombre besó todo mi cuerpo una noche y no fue tarde cuando consiguió hacerme daño.
Porque aunque en mi cama recuerde los mejores momentos en las noches frías de invierno.
Porque aunque cuando me voy de viaje mi colchón es el primero al que echo de menos.

Tú, vida mía. Tú nunca has llenado el vacío que hay cuando me doy la vuelta en mitad de la noche y abrazo inconscientemente a la soledad.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Solo hay una cosa cierta entre nosotros:

Lo cierto es que a veces me da por quererte. 
Y a veces te quiero matar. 
Lo cierto es que no puedo vivir sin ti. Y tú sin mí. 
Lo cierto es que tus abrazos huelen a nosotros y cuando te vas se rompe la línea que nos une cuerpo a cuerpo. 
Sería algo de dos, de compartir y ver que nada es complicado. 
Sería bonito que fuera así. 
Pero lo cierto es que vivo de ilusiones. 
Ya no vale descansar sobre tu cuerpo. 
Ya no vale que mi cintura sea un área de servicio que utilices cuando te venga en gana. 
Lo cierto es que nuestros cuerpos ya no se unen como antes. 
Y nuestras lágrimas ya no se derraman una frente a otra. 
Ni mi mano busca la tuya para sentirse comprendida. 
No hay comprensión. Ni compasión. 
Pero mientras tanto nuestros móviles se queman de llamadas que no se atreven a ser oídas. 
Porque no quiero oír tu voz. Ni tú la mía.

Solo hay una cosa cierta entre nosotros: lo cierto es que nos seguimos queriendo aunque ya solamente nos quede odiarnos. 

martes, 4 de octubre de 2011

¿Cuánto pesan veintiún gramos?

"Los números son una puerta para entender un misterio que es mayor que nosotros. El modo en que dos personas desconocidas llegan a conocerse. Hay un poema de un escritor venezolano que empieza: “La tierra giró, para acercarnos más. Giró sobre sí misma y en nuestro interior, hasta que por fin nos reunió en este sueño”. Tiene que ocurrir tantas cosas para que dos personas se conozcan. En el fondo, eso son las matemáticas."



"¿Cuántas vidas vivimos? ¿Cuántas veces morimos? Dicen que todos perdemos veintiún gramos en el momento exacto de la muerte. Todos. ¿Cuánto cabe en veintiún gramos? ¿Cuánto se pierde? ¿Cuándo perdemos veintiún gramos? ¿Cuándo se va con ellos? ¿Cuándo se gana? ¿Cuándo... se gana? Veintiún gramos. El peso de cinco monedas de cinco centavos. El peso de un colibrí. De una chocolatina. ¿Cuánto pesan veintiún gramos?"
http://www.youtube.com/watch?v=yGnqaBKoypQ

domingo, 2 de octubre de 2011

Hoy es domingo

Hoy es domingo y los domingos me vienen a la cabeza muchas cosas. Dedico este día a la reflexión. Todavía recuerdo cuando hacía alguna escapadita algún que otro fin de semana y me iba a los montes con mi mochila, mis botas de montaña y la mano que entrecruzaba mis dedos con los suyos.

Paseo por las calles recordando e imaginando cosas. Tu delicadeza al haberme querido.  Tu estómago al haber expulsado esas palabras. Duele. Pero me gusta caminar, por lo tanto, camino. Recorro todas las secciones que un día la mente me ayudó a explorar. Buceo por todos los mundos a los que quiero llegar y me doy cuenta de que tu cuerpo sobre el mío no está hecho para pasar tristezas.

Me doy cuenta de que la vida nos trata a todos indistintamente. Me doy cuenta de que soy feliz cuando más daño me hace. Me doy cuenta de muchas cosas que jamás sería capaz de darme cuenta. La ocasión lo merece. Salgo a la calle siendo una persona nueva. Tengo objetivos. Objetivos que me he propuesto cumplir.

Voy a respirar hondo, voy a taparte esta noche. Voy a dormir contigo. Me voy a sentir inmensamente feliz. Tu cuerpo sobre el mío. La piel de dos personas ni a un centímetro de distancia. Duele. Duele saber que esa noche estarás a mi lado, ni a un centímetro de distancia y que cuando me despierte a la mañana siguiente tú ya no estés. Solo veré la marca que tu cuerpo ha dejado en la otra mitad de la cama que yo no he ocupado. Te estaré añorando hasta que mi cuerpo se canse de ti.

Suplico miles de momentos. Suplico que las estrellas sigan estando ahí arriba cuando quiera contarles un secreto. Suplico que en las noches que no te tengo alguien venga a quitarme las lágrimas que ingenuamente he derramado. Suplico que no vuelva a caminar por la calle y alguien de repente me tape los ojos y me bese en la boca. Suplico que la vida me trate con amor. Como el que yo tengo en la recámara.

Su cuerpo me ha dejado una nota. Todavía no la leo. Da miedo imaginar lo que ha podido escribir. Acerco la nota a mi nariz. Huelo su olor. Y cierro los ojos para imaginarme que está sentado ahí justo a mi lado. A mi lado nunca va a estar. Pero me ha dejado una nota. Una nota que acabará por darme la razón.

El dolor me acompañará hasta que cruce la esquina. Luego se marchará y me dejará ir sola. Libre. Ya ha sido suficiente el tiempo que me ha estado acompañando.

Es hora de dejarme volar.