No tengo el coraje de
decir al cielo que no nos pertenecemos. No hay frío, ni calor. Solo decenas de
miradas bajo tierra que buscan saber dónde miras en este momento, porque sé que
mi presencia se evapora. Solo decenas de sonrisas atrapadas en mi boca que no
salieron, que saben que las tuyas pronuncian otros cuerpos. Muchos cuerpos.
Decenas y decenas de ese algo que me falta cada momento que, sin quererlo,
estas aquí. ¿Por qué? ¡No! Vete. O quédate. Es mejor que te vayas. Pero vuelve,
siempre, aunque sea para hacerme reír. A veces me pregunto cuando mis ojos te ven,
sobre el calor de tus pies bajo las sábanas que se acuestan dentro de esas
cuatro paredes. Sobre esos pies que rozan otros contiguos. Lo pienso, lo
imagino y finalmente lo idealizo. A veces observo tus andares, tu platónica sonrisa,
la gracia de tu existir. Y es que a veces también me pregunto cómo será tu
piel. Lo pienso, lo imagino, pero no lo idealizo; no sé si quiero saberlo. Tal
vez sí quiera, pero luego, olvidarlo al instante… Un momento… ¿Qué estoy
haciendo? ¿A dónde quiero llegar? ¡Para! Por favor, olvídalo. De repente otra
voz se oyó. La voz de mis días, la que está siempre a mi lado. La que debe estar.
Doy gracias a ese instinto que en lo más profundo paró el deseo de compartir
esta confusión contigo. Asique vete. Pero quédate, ni cerca, ni lejos. En esa
distancia que no se puede contabilizar, ahí estás tú.
Dream as if you´ll live forever. Live as if you´ll die today.
martes, 11 de marzo de 2014
martes, 4 de marzo de 2014
La era y no quería llegar a ser... Y la que soy.
Para cuando tú me leas, ya no estarás aquí. Para cuando me escribas
mis pasos volverán hacia ti. Son días grises y oscuros, y yo, miradas perdidas,
miradas solas. Mi cuerpo y mi alma realmente vacíos se sienten. Tú ya no estás.
Volaste a otro lugar, yo me quedé al otro lado del mar. Mis lágrimas están
cansadas de caer sobre este rostro sin gracia. Yo no quiero sufrir, no quiero
vivir sin ganas en esta ciudad sin alma. Hay un miedo infinito a estos eternos
días. No sé si soy capaz, no sé a dónde voy… Sólo sé que la soledad es el peor
acompañante que existe. Y es que hace días que está aquí y no se quiere ir. Ven
tú, por favor. Dime cosas que yo ya sé, dímelas. Tranquilízame, bésame y por
favor, ámame.
Lo sé, perdí no sé en qué momento la virtud de mi interior…
Perdí mi capacidad y mi independencia. Sálvame.
14/02/14
Suscribirse a:
Entradas (Atom)