Mis labios preguntan por ti. Preguntaron por ti justo
en el momento en el que se despegaron de los tuyos. Mi piel me abriga y sigo
teniendo frío. Ella también pregunta por ti…
Miraba en todas las direcciones, mis nervios
marcaban el ritmo de mis latidos. Mis ojos llenos de optimismo, de esperanza y
sobre todo de ilusión miraban cada rincón esperando encontrar otros ojos con
los que pasarse la vida entera mirándose. Apareciste. Llenaste este vacío que había
en mi después de ese banco y esos últimos deseos de verano. Llenaste este vacío
que me tapaba el otoño madrileño al irme a
dormir todas las noches. Sabes, 62 días son demasiados días y mi corazón le
costó seguir bombeando durante tanto tiempo. Y ahí estaba, tras esas lágrimas
que cayeron en el sur, se divagaron y volaron al norte en busca de alguien que
las retirase de mi rostro. Un metro ochenta aproximadamente, barba de tres días
o quizás más, con una gorra echada hacia atrás y una sonrisa de oreja a oreja
fue todo. Todo lo que necesité. Y lo que sigo necesitando aquí, tan lejos,
desde este edredón invernal… Magia. Eso es lo que pude palpar con la yema de los
dedos. Cada paso que daba cuando paseaba por Las Ramblas, cada mirada perdida
en el horizonte divisando a lo lejos Las Islas Baleares. Cada caricia que mi
piel recibía. Una habitación de deseos, de calor. Fundirse en uno. Sentir tu
cuerpo yaciendo sobre mis pechos. Pude comprobar que podría alimentarme de tus
besos para seguir viviendo. Soñé y soñé y no dejé ni un
instante de soñar. No podía
despegarme de ti. Mi corazón se veía incapaz de volver a lo mismo. No quería
despertar de este sueño. Por favor, otra vez no. No me dejes
marchar…. Lágrimas cayendo, “Chasing cars”, y mi mundo se caía por el precipicio
de aquel autobús. Y así pasó. Era magia que vino y se fue. Pero sé que volverá
a venir. Y sé que volverá a irse. Esa es su función. Ir y venir. Y no dejará de
hacerlo. No podría vivir sin esa magia que hace un año y casi tres
meses inunda mi vida. No podría. No puedo cariño…
Te contaré algo… soy incapaz de dejar de pensar en ti.
De verdad. He podido ser consciente de ello. Puede que durante una hora en mi
vida diaria (y puede que una hora sea demasiado) tú no vienes a mi mente. Pero
eso ya para mí es un récord. En una hora me pueden pasar muchas cosas y todo lo
que ocurre inconscientemente se relaciona contigo. ¿Esto es el
amor? Todo lo abarcas tú. Y me gusta. No te imaginas cuánto. Es una forma de
sentirte cerca por muy lejos que estés. También duele, el idealizarte me pesa,
es como esa estaca que llevo a veces. Pero también es bonito, es precioso. Y
aunque no haya sido consciente hasta ahora sé que mi vida gira entorno a ti. Y
puede que tal vez tú seas eso. Mi-vi-da…
No hay comentarios:
Publicar un comentario