Dream as if you´ll live forever. Live as if you´ll die today.

sábado, 10 de mayo de 2014

¿Sientes algo?

Me dueles por el costado.
Me dueles entre un paso y otro.
Me dueles de pie y tumbada.
Me dueles en la espalda.
En el corazón.



Me duele el pecho.
No me lo hieras más.
Ya no. Por favor.
Déjame no dolerme.





martes, 11 de marzo de 2014

Hoy me dolió observarte



No tengo el coraje de decir al cielo que no nos pertenecemos. No hay frío, ni calor. Solo decenas de miradas bajo tierra que buscan saber dónde miras en este momento, porque sé que mi presencia se evapora. Solo decenas de sonrisas atrapadas en mi boca que no salieron, que saben que las tuyas pronuncian otros cuerpos. Muchos cuerpos. Decenas y decenas de ese algo que me falta cada momento que, sin quererlo, estas aquí. ¿Por qué? ¡No! Vete. O quédate. Es mejor que te vayas. Pero vuelve, siempre, aunque sea para hacerme reír. A veces me pregunto cuando mis ojos te ven, sobre el calor de tus pies bajo las sábanas que se acuestan dentro de esas cuatro paredes. Sobre esos pies que rozan otros contiguos. Lo pienso, lo imagino y finalmente lo idealizo. A veces observo tus andares, tu platónica sonrisa, la gracia de tu existir. Y es que a veces también me pregunto cómo será tu piel. Lo pienso, lo imagino, pero no lo idealizo; no sé si quiero saberlo. Tal vez sí quiera, pero luego, olvidarlo al instante… Un momento… ¿Qué estoy haciendo? ¿A dónde quiero llegar? ¡Para! Por favor, olvídalo. De repente otra voz se oyó. La voz de mis días, la que está siempre a mi lado. La que debe estar. Doy gracias a ese instinto que en lo más profundo paró el deseo de compartir esta confusión contigo. Asique vete. Pero quédate, ni cerca, ni lejos. En esa distancia que no se puede contabilizar, ahí estás tú. 


martes, 4 de marzo de 2014

La era y no quería llegar a ser... Y la que soy.

Para cuando tú me leas,  ya no estarás aquí. Para cuando me escribas mis pasos volverán hacia ti. Son días grises y oscuros, y yo, miradas perdidas, miradas solas. Mi cuerpo y mi alma realmente vacíos se sienten. Tú ya no estás. Volaste a otro lugar, yo me quedé al otro lado del mar. Mis lágrimas están cansadas de caer sobre este rostro sin gracia. Yo no quiero sufrir, no quiero vivir sin ganas en esta ciudad sin alma. Hay un miedo infinito a estos eternos días. No sé si soy capaz, no sé a dónde voy… Sólo sé que la soledad es el peor acompañante que existe. Y es que hace días que está aquí y no se quiere ir. Ven tú, por favor. Dime cosas que yo ya sé, dímelas. Tranquilízame, bésame y por favor, ámame. 

Lo sé, perdí no sé en qué momento la virtud de mi interior… Perdí mi capacidad y mi independencia.  Sálvame.



14/02/14

lunes, 21 de octubre de 2013

MI CASA

El momento exacto de tus pies fríos en mi espalda.
Y mis manos rozando tu pelo. Y tus orejas.
Preocuparte por si mis lágrimas dejarán de caer,
Cuando tu cuerpo se despide del mío. Nosotros no.
Nosotros no nos despedimos. Nosotros permanecemos siempre cerca.
Porque en mis noches tus pies rozan mis piernas,
cada noche.
Y huelo tu piel cuando me acerco a tu nuca.
Y noto tus manos entre mis piernas. Y ese calor.
Ese buen calor.
El saber que genéricamente estar es un verbo mal usado.
Porque tú estas en mis noches, y en mis días.
Tal vez nuestros cuerpos no, pero tu esencia…
Tú esencia es la que me hace saber que estoy en casa.

Que eres casa. Mi casa. 


viernes, 4 de octubre de 2013

Tropiezo y tropiezo

No quiero perderte, no quiero sentirme sola, no quiero que dejemos de ser uno, no quiero ser ese dos que no va a ningún lado. No quiero derramar tantas lágrimas, como ahora, que no caben en mi cara. No quiero sentir frío de la lejanía que muestran tus palabras. No quiero. De verdad que no quiero sentir lo que siento en este momento. Y escribir cuando estoy triste, ni sentirme poco querida y tal vez sola. ¿Soy caprichosa? Pues este capricho me parte por la mitad. Y no, no quiero eso. Yo quiero ser tu mitad. La mitad que me falta en estos momentos.  



miércoles, 17 de julio de 2013

La historia en la que todo ocurrió sin querer. Pero queriendo.

Le quería. Fue sin querer. Y sin querer pasaron los días. El tiempo le acercaba a él. A su aliento. A su piel. Y sin querer descubrió qué decían sus ojos. Decían que nunca se habían muerto de amor. Y que ése día era la primera vez que veían esa ráfaga de luz. Por fin veían luz. Fue sin querer como esta niña se hizo mujer. Entre esas noches. Entre ese calor. Cada día ella se despertaba en sus sábanas, sin quererlo a penas, para quererle más. Para agarrarse a esa dulzura que él solía esconder. Tierna y frágil, él le hizo ser una mujer fuerte, allá donde fuera. Se llamaba María y creía en algo. No importaba cómo ni cuándo, pero no dejaba de creer en los dos. En esa magia que sin querer una noche se encendió. Cada noche, María besaba su foto, la de esa noche donde soplaron al viento y avivaron esa magia. Ella besaba y soplaba por ellos. Él se llamaba Daniel.

Él.

Su primer, único y verdadero amor.


miércoles, 5 de junio de 2013

123 días sin nosotros.


Escribir cuando estoy triste. Y ¿para qué? Siento que me pesa este cuerpo mío, que a veces deja de funcionar para volverse un ser inerte. Mi mundo debe esperar. Siempre esperar. Y esperar. Y después de esa espera volver a hacerlo. Ese nosotros que antes éramos. Todo aquello que nos diferenciaba de los demás. ¿Se ha perdido? Dime, ¿dónde está?, por favor. Me da miedo hacerme la pregunta de si seguimos siendo ese nosotros. Y si no es así, si lo volveremos a ser. Cansancio y miedo. No ver más allá. No pensar. No sentir. Mejor dejar pasar el tiempo, volverse de piedra y esa dureza manchada de tierra enfrentarla a los días que llegan. A esas esperas. Intento no tener conmigo ese miedo que me persigue. Inerte, pequeña, sin luz. ¿Dónde está mi valentía? Que alguien me la devuelva, por favor. Supongo que ahora escribo porque estoy triste, tal vez hueca con sensaciones que quiero aplacar y no sé cómo. Siento que me pisoteo, que no me valgo. En cambio, apuesto por este nosotros y por ti. Pero no por mí. Y duele. Aunque no quiera sentirlo, pero sí. Duele sentir que nadie te coge la mano. Ojalá sintiera que estamos en un mismo camino, ojalá creyera que no te has apartado de él. Ojalá mi corazón no pensara que has dejado de sentir como antes. Tengo miedo. Apuesto, intento estar. Estar ahí, incondicionalmente. Pero me siento sola. No correspondida…  por momentos. Otros instantes hay algo que revive en ti, otros tantos no. Tengo miedo. Intento ganar ese miedo a mi favor y volverme cada día con una sonrisa. ¿Es necesario? ¿Está siendo necesario? Yo al menos lo necesito. ¿Dónde está tu dulzura? También la necesito. Necesito quererte para ser feliz. Pero eso sí, necesito que me quieras. Y que lo hagas cada día.


Nos necesito.