Dream as if you´ll live forever. Live as if you´ll die today.

jueves, 26 de enero de 2012

Con el debido respeto

La vida se te aferra con un tumulto que lleva consigo la lucha interna... Y no quieres seguir. El peso de mis manos al abrazarte con fuerza, la poca que me queda. El peso de mi cuerpo apegado a estas sábanas cuando el calor abanica mi aliento. Os siento, allá en vuestras camas, imaginando lo inimaginable. Siento vuestra rabia contenida, vuestra tan terrible y sufrida impotencia. Las atropelladas palabras del inocente me hacen sonreír en las mañanas. Pero sin embargo, las tardes se me hacen muy pesadas, mucho. Hay tanto que quiero deciros, que no sé por donde empezar. Siempre que intento hablaros de esto no me lo permitís, siempre está el “descansa, no hagas esfuerzos”. Se me viene a la mente el “y si, y si...”, lo sé, no debería, pero es que no puedo evitarlo. Paso demasiado tiempo aquí tumbada y me es imposible no darle vueltas. Yo también lloro, pero lo hago por dentro. No puedo enseñaros mis lágrimas, no os lo merecéis. Tengo miedo, miedo en todos los sentidos… Nunca he podido experimentar tantas clases de miedo. Lo que me hace seguir aquí, con vida, con ganas y con esperanza sois vosotros. Me dais ganas de vivir, de ser joven, de comerme el mundo…  Aquí yo, tan chiquita y sin fuerzas. Vuestra constancia, vuestro empeño, vuestro amor, todo… Todo me hace sentir viva, como la que era. Solo os pido una cosa. Dejadme. Dejadme elegir. No solo lo que es correcto o incorrecto, lo mejor o lo peor. Estoy cansada de oír de vuestras bocas y de otras “paciencia, tranquila, no pasa nada, poco a poco, todo irá bien, ya verás”. Por favor, decidme la verdad, no os preocupéis, estoy preparada para lo que tenga que venir. Pero por favor, no me ocultéis las cosas. Quiero saber qué me pasa aquí adentro. Perdonadme por pediros que sea yo quien decida. Os estaré eternamente agradecida. Sigo teniendo en reserva algunas fuerzas, os aseguro que esas nadie me las podrá quitar. Y ahora venid aquí, abrazadme mucho. Os necesito. 

sábado, 14 de enero de 2012

Carta a su amado

Mi sombrero de paja se lo llevó el viento la noche que te fuiste. Yo lloraba, tirada en la calle como si fuera un perro abandonado muerto de hambre. Tú a lo lejos gritabas por la libertad y por tu inocencia. Te ibas y yo no sabía por cuánto tiempo. Ahora oigo tu grito de aquella noche, leo tus cartas que me mandas con otro nombre, las beso, las huelo… Te echo de menos mi amor. Aquí todo sigue igual, tu mujer te espera día y noche, los ancianos pierden la fe, tu hermano no para de quejarse, sabes, el cáncer lo está matando, pero yo intento dedicarle mis mejores sonrisas. Y tu hijo no para de darme patadas en la tripa. Por las noches, recuerdo cómo te fuiste, enciendo velas y rezo para que vuelvas a nuestra alcoba, también rezo que estés a mi lado el día que saque de mis entrañas a nuestro hijo. Tu madre viene todos los días a verme, hay algo que se fue de ella la noche que te arrestaron. Tiene la mirada perdida, pero no deja de ser una mujer fuerte con convicciones. Ay mi niño qué grande te estarás haciendo allá donde estés. Yo estoy igual, un poco más gordita eso sí. Pero sigo llena de esperanza. Eso es algo que tú me enseñaste el día que nos conocimos. Mantuviste la esperanza de volverte a encontrar conmigo y poderme abrazar y besar, por primera vez. Y así fue como se cumplió. Por las noches me quedo dormida con una foto tuya bajo mi pecho, puedo sentir tu respiración. Puedo sentir que estás ahí, al lado mío, durmiendo. Puedo sentir que me cantas al oído para que me quede dormida, yo te sonrío y te abrazo y te digo “no te vayas nunca”. Por favor, dime que sigues vivo. Dime que un día de estos volverás para cuidar de tu mujer. Te necesito a mi lado. Necesito que esos malnacidos dejen libre a un hombre bueno. Un hombre que necesita estar con su familia. Yo te espero todas las noches y todos los días. De vez en cuando lloro no te lo puedo negar y a veces en silencio. Pero cariño, nunca pierdo la esperanza.