Mis cicatrices no se curaron
y vinieron a joderme en el mejor momento.
Sangré todo lo que me faltaba
y no tardé en decírtelo con palabras.
Palabras que ni yo quería pronunciar.
Palabras que me hacían daño.
Palabras que te hacían daño.
Las sábanas habían perdido su fragancia.
Y yo hacía tiempo que no olía tu olor.
No quise acostumbrarme.
Y como un perro olisqueé por las esquinas,
pero nunca llegué a encontrarte.
Me trataste como la mierda que se almacena en los cajones del rencor.
Y yo te quise como si la ceguera también hubiera acabado
con mi sentido común.
Perdí todo lo que tenía. Mi ser.
Y hoy, que rebusco entre mis pérdidas,
me doy cuenta que el daño que ando buscando por esas esquinas
lo tengo acostado en mi cama y todavía no he sido capaz de echarle.
De echarle a patadas. Como un perro.
Por una vez quiero jugar a ser tan cabrona como tú fuiste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario