Derramo
lágrimas
de amor al sentarme al escribir sobre vos. Duermes los sueños que tenemos por
vivir. Y los plasmo en un papel. Siento que la vida va deprisa y que no pide
paso la soledad ni el olvido en este colchón. Mi paso eres tú. Conseguiste de mí sacar al vuelo una
sonrisa desconocedora de mi misma. Me hiciste mujer en tus brazos junto a esa
arena una noche de Agosto. Me hundiste bajo el agua para probar mis labios
mojados. Me perdí en estas calles de esta cuidad imaginando que estarías en cada esquina.
Anduve sola y acompañada de mis pensamientos. Pestañeé y sonreí en los trayectos del
desfortunio. Me atemoricé y me faltó oxígeno cada vez que mi
sonrisa se transformaba de preocupaciones. Suplicando no perder mi valor más querido. Pensando en
no soportar, en no permitir, en no verme capaz de continuar una vida sin este
cachito de mí que eres tú. Sentí miedo cuando tus ciber-ojos
parecían
haber tomado distancia. Sentí lo malo en un día malo junto con un pasado y
futuro bueno, algo inevitable. Y ahora amor, sé que crecemos, que
entendemos nuestros pros, nuestros contras, que volamos en nubes donde a veces
nos volcamos, pero sé que pronto retomamos el viaje. Amor, ahora sé que nos prometimos
sentir y dejar a los filósofos eso de pensar, y transformarnos en uno cada vez
que tu aliento se acercase a mis suspiros. Ahora sé que no imagino tu
encuentro por esta ciudad. Amor, será aquí y ahora; grados centígrados que calienten el
vacío
que nos dejamos y que llenamos cuando no hay seiscientos kilómetros. Y finalmente
amor, será entonces cuando mi mente no imaginará posibles porque te
tendré
en esta ciudad de mi alma. Llamada “nosotros”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario