Muecas retorcidas, empuñaduras sucias.
Miradas falsas y abrazos sin agallas.
Vosotros, espejos descuidados paseáis sin calzado en
mi espalda.
Esta espalda que se retuerce en mi cama.
Ustedes, amargos seres, amargos licores,
ustedes voláis sin precedentes, sin lujos, sin
gloria.
Pero sí con penas.
Este pasillo me ahoga y sus paredes me atrapan.
En el 93 tú oías a la niña que latía en tus venas.
Pero hoy no hay recuerdo.
Ya no es niña. Disculpa, ya no es tu niña.
Y vosotros, penosos de amor, faltos de respeto.
Violentas palabras, dolor en las costillas.
Primera vez que pasó el tren del desencanto, de la
completa desilusión.
Y qué pena sentías al ver caer tantas lágrimas juntas,
desde un mismo lagrimal.
Y tantas personas unidas en tan pocos metros
cuadrados,
tantos años vividos.
Pálidos rostros, oscuras personas. Trapos tristes.
Flores simbólicas.
Y pañuelos mojados llenos de impotencia.
¿Verdad que así no merece la pena cerrar los ojos y
esperar la llegada de un 2013?
Jodido Dios y su reparto. Así no.
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